Y acaso pocos las voltean a ver; es más, las evitan o las enfrentan con chanzas: así las suegras. Porque de los suegros ni hablar, son ellas quienes llevan la voz cantante en esa tragicomedia de la vida marital (alcanzando apenas una «venganza» en aquello de nuera es nuera porque siempre es la que no-era).
En Alemania, a la hora del pastel (torta o tarta), se procura servir la rebanada de forma vertical, es decir, sin que ésta «caiga» o esté de canto, porque de otro modo será mal agüero para quien reciba tal trozo de pan: su suegra será una pesadilla.
Desconozco el origen de lo anterior, lo traigo a cuento por un ensayo fotográfico de Howard Schatz: un tesoro. Madres e hijas modelo retratadas. Madres de modelos con ellas sus hijas. Dice Schatz que a algunas modelos las instruía con un «sé la hija de tu madre», y helas ahí posando tan hijas y tan madres.
De una serie de 19 imágenes en The New York Times Magazine (ver. web), aquí mi favorita:
Suponiendo una mínima edición, se puede ver que todas esas madres llevan la edad al natural. No advierto Botox o cirugías, a veces ni el maquillaje; al contrario, subrayo las arrugas, la gravitada carne, los pliegues, la mirada llena de años. La maternidad.
El refrán termina: … mañana verás a tu mujer. Seda de edades.