Allá, de más esa medalla

Cuando a alguien le decía que correría o corrí una maratón, siempre supuse que el desconocimiento era lo que le hacía responderme con la siguiente pregunta: “¿pero cuántos kilómetros?” No fueron pocos los que me pidieron aclaración sobre la distancia en sí o si estaba hablando de, digamos, media maratón. Ahora que la organización de la Maratón de la Ciudad de México avisa que once mil corredores fueron descalificados por, según los detectores automatizados, no recorrer toda la distancia, yo vuelvo a esa aclaración: ¿cuántos kilómetros se dicen correr en una maratón?

Por definición una maratón consta de 42 kilómetros y 195 metros. Para algunos es la prueba reina del atletismo, para muchos es la prueba de que uno, acaso cualquiera, puede llegar a ser un atleta. Si bien la maratón más antigua como evento deportivo organizado fuera del ciclo olímpico data de 1897 (sólo un año después de su versión olímpica), la popularidad de correr maratones (y organizarlos) comienza en los años 70 del siglo pasado, y bien podríamos decir que a partir de los 90 es cuando los corredores se hacen legión por doquier, participando en innumerables carreras de distancias varias, incluyendo, claro, una maratón.

No es casualidad que la popularidad de las carreras haya crecido con la organización de maratones, pues la preparación para correr 42.195KM incluye, exige, correr previamente (es decir, semanas antes) distancias que van desde los 5 hasta los 30 kilómetros, so pena de llegado el día de la maratón no estar en las mejores condiciones atléticas para completarlo o salir lesionado. Así, en la preparación de una maratón de, digamos, septiembre, el corredor habrá tenido que pasar por un plan de entrenamiento que incluya domingos en julio o agosto con carreras de 10, 15, 21 y 30 kilómetros. No es casualidad, pues, que esas distancias se corran en carreras organizadas ad hoc.

Una maratón puede incluir una media maratón y así tener participantes interesados sólo en esa distancia (21KM), sea porque ésa sea su prueba (que en cuestión de tiempos también lo puede ser: una media maratón en 2 horas o menos es marca a romper para muchos) o bien porque estén preparándose para una maratón de semanas posteriores. La maratón de la ciudad de México, por ejemplo, se organiza en agosto, mientras que la de Berlín es en septiembre: un corredor podría aprovechar el evento de México para correr solamente unos 20 o 30 kilómetros y esperarse a Berlín para correr la maratón. Ambos ejemplos, sin embargo, no incluyen en su logística distancias menores a la maratón: el corredor ha de salir de la ruta por su propio pie sin alguna marca (o medalla) en particular; otros maratones sí incluyen la media distancia y en maratones como las de Colonia o Bonn, Alemania, por la capacidad misma de la carrera y por su ruta, la logística permite correr la mitad de la distancia, por lo que un corredor tiene de principio a fin una marca (y medalla) que registre su carrera.

Tras el anuncio de descalificación del maratón de México, no pocos recordaron el caso de Roberto Madrazo, prominente político mexicano, y su accidentada participación en la maratón de Berlín en 2007, cuando se reportó que él había hecho trampa y había recogido su medalla sin haber recorrido toda la ruta del maratón. En “trampa” está la trampa. El propio Madrazo tuvo que aclarar que sí había abandonado la ruta en el kilómetro 21 y que optó por sólo recoger su medalla de participación, que eso no era trampa.

El Instituto del Deporte de la ciudad de México informó que invalidará los registros de los participantes fraudulentos; de las medallas de participación no dijo nada. Y es que hay un detalle en tales medallas: son de colección: del 2019 al 2024 habrá cada año una medalla alusiva a monumentos de la ciudad que, junto con el resto, si no un palíndromo, sí que formarán la silueta de la ciudad.

Qué es la participación en una maratón sino su carrera de principio a fin. Qué es prepararse para una maratón sino saber correr esa y otras distancias, y saber reclamar o no medallas de participación.~

La multiplicación de los José

No es la primera vez que José José se divide. Sus restos, así lo han resuelto sus hijos, quedarán en México y en Miami por partes iguales. En 1983 la disquera Ariola editó 20 triunfadoras de José José con, en ese entonces, la mitad de la carrera artística del cantante. La selección cubrió solamente de 1977 a 1982, años en los que José había estado grabando para Ariola, y sólo incluyó dos éxitos —regrabados, dicho sea— de sus años con la RCA: “El triste” (R. Cantoral) y “La nave del olvido” (D. Ramos). Ese disco, junto con el que le siguió, Secretos, fue en buena medida la carta de presentación de José José para una segunda generación de admiradores. La primera generación (contemporáneos de José José) ya sabía de lo que el cantante era capaz: de 1969 a 1976 José José consolidó una obra hecha con diferentes compositores y de discos en los que sus canciones alcanzaban registros varios con un pie siempre en la tierra de la interpretación orquestal, muy cerca del bolero, el jazz, la bossa nova y la balada sesentera no necesariamente romántica. Esa primera generación, pues, supo de ese otro José que llegó a ser opacado, que no superado, por el José José que aquella segunda generación llegó a conocer a partir de un par de discos y que en 1998, por ejemplo, le hiciera el disco de covers, Tributo, donde sólo 3 de 15 canciones eran de aquella etapa de José en la RCA —“El triste”, “La nave del olvido” y “Una mañana” (Fischer/ Prieto)— y el resto abarcaba el repertorio de triunfadoras en adelante.

No son pocos quienes tienen ese disco de triunfadoras en casa y lo han escuchado una y otra vez (yo llegué a aprenderme, en mis años universitarios, el orden de las canciones aun el cedé fuera más bien prestado por un par de semanas). Esos dos primeros éxitos de José, “El triste” y “La nave del olvido”, suenan incluso atípicos dentro de ese marco de baladas románticas ochenteras y uno llega a dudar de su éxito si no fuera por el halo de gloria que las cubre. Todavía más, no será sino hasta años después, con el video de la presentación de José en el teatro Ferrocarrilero en lugares como youtube, cuando uno entenderá el calibre de José José interpretando en vivo algo como “El triste”. Y es que precisamente eso era de lo mucho que, digamos, perdió José José al encumbrarse como el llamado ‘príncipe de la canción’. Cierto que su alcoholismo le restó poder vocal y mermó sus capacidades interpretativas, pero las producciones mismas de José José a partir de Secretos dejaron de lado ese otro José que gustaba de cincelar las canciones —por más simples que fueran en su contenido— a golpe de estudiadas notas musicales, y optaron por un José José encerrado en la oficina de su biografía.

Hoy ya tanto RCA como Ariola son parte de Sony Music y el material todo de José José puede editarse sin importar su origen. Esos primeros diez discos de José José con RCA empero suelen pasar inadvertidos: no deberían, son un cuidado y bienvenido mar para una o más naves, así sean del olvido.~

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Una canción hecha pública en YouTube

Ni siquiera el título de la canción fue el del video que el 15 de octubre de 2015 alguien subió a YouTube. Un video de aficionado con una cara conocida por algunos: Steeven Sandoval. El video ya acumula más de un millón de vistas. Sandoval e hijo cantan lo que el usuario tituló como «la canción más bonita de todos los tiempos»: “Como tu sangre en mi cuerpo” de Caridad Castañeda y Jessica Duval.

Casi un mes después (noviembre 2015) vuelve a subirse un video con Sandoval e hijo (otro, no el mismo del video anterior) interpretando al alimón el mismo tema. Esta vez el video al parecer es subido por alguien de la familia Sandoval. El video lleva medio millón de vistas. El dato familiar es de subrayar pues a la postre resultará un elemento controvertido.

La tercera vez que se sube el tema a YouTube es en marzo 2016: interpreta el mariachi Nuevo Tamazula. Otra vez es un video de aficionado, es decir, una grabación donde el intérprete canta más bien en un escenario improvisado y alguien toma el video con un celular, suponemos, y lo sube a la red y todo resulta más bien amateur y poco profesional (así los cantantes tengan, como se sabe en el caso de Steeven Sandoval e incluso este mariachi, una carrera profesional que los respalde). Pocos días después se sube el que quizá sea, ahora sí, un video hecho, mal que bien, por profesionales, y el primero para este tema que nos ocupa. Los intérpretes son Baytiare Matias-Agustín e hija. Obviando la calidad, el video es interesante por ser la primera versión padre e hija y, además, un cover (pues en lugar de una versión ranchera se presenta una grupera).

A partir de esa tercia, la lista de videos subidos a YouTube con esta canción continúa por decenas; los intérpretes son varios y desconocidos. Hay también versiones karaoke (la primera en abril 2016). Con Sandoval no vuelve a haber otra sino hasta julio 2016, es una boda y, como en las veces anteriores, un tercero es quien toma el video y lo sube a YouTube; luego, en marzo 2017, de nueva cuenta Sandoval e hijos cantan la canción y alguien los toma y los sube a YouTube.

En mayo 2017, año y medio después del supuesto estreno en YouTube, la canción por fin es interpretada por, se dice, el cantante a quien estaba destinada: Pepe Aguilar. Es la feria de San Marcos y un aficionado —¿qué haríamos sin los aficionados?— toma a Aguilar e hija interpretando el tema. Esta vez el video es el de un concierto, un evento muy diferente a lo que se había visto en los videos anteriores de YouTube, es decir, veladas, bohemias, reuniones familiares, restaurantes o salas de hogares haciendo las veces de estudios de grabación, en fin, lugares donde al tomar el video no hay dinero de por medio, tan sólo el interés genuino de cantar por cantar.

Tal cantar por cantar fue acaso lo que motivara, finalmente, a que alguien como Pepe Aguilar se interesara por la canción. El título, por cierto, se acortó a “Tu sangre en mi cuerpo” y, dicho sea, la interpretación quedó como Ángela Aguilar featuring Pepe Aguilar, es decir, no es Pepe el protagonista.

Así, desde que en lugares como YouTube se diera a conocer casi accidentalmente la canción (pues se publicó en un canal de apenas 18 mil suscriptores con videos más bien de poco perfil musical), el tema pegó y fue interpretado por decenas. La versión de Steeven Sandoval sobresale por dos razones: 1) haber sido la primera en darse a oír en YouTube y 2) llegar a ser la más popular de entre todas las que siguieron a aquella primera vez. Con todo, el millón de vistas de esa versión casera es superado con creces por la versión oficial de los Aguilar: 7 millones y contando. Steeven Sandoval, sin embargo, sigue siendo reconocido en los comentarios youtuberos como el pionero y, sea pues, un usurpador o ladrón, según gente cercana a las compositoras, por haber cantado y dejarse grabar y publicar aun cuando no tuviera el permiso autoral.

Jessica Duval, autora de la música, resulta ser hermana de Steeven Sandoval. Ella y Caridad, no obstante, cedieron derechos para grabación sólo a los Aguilar. Dicho de otro modo, nadie de los tantos cantantes y cancioneros que se pueden oír cantándola en YouTube tiene los derechos legales de grabarla: y sin embargo, encantados, la cantan. La gente cercana a las compositoras hablan de que Steeven quemó la canción y que no respetó los derechos autorales. La pregunta inmediata sería ver dónde están las supuestas cenizas: ¿en los más de siete millones de vistas de la versión Aguilar?

La canción mucho le deberá más bien a Sandoval y admiradores: fueron ellos quienes mejor que nadie la dieron a conocer. Casi podría apostar a que de no haber pasado, la canción, por tantas voces, incluida la de Sandoval, los Aguilar no habrían volteado a ver y oír la popularidad y el pegue que puede tener un tema como este.

De derechos autorales, triste es sin duda que casi nadie repare en los compositores de canciones como estas, donde los intérpretes suelen ser los que se llevan todo el crédito. Tanto se lo llevan que incluso en el video oficial de los Aguilar no hay referencia alguna a las compositoras. Ninguna. ¿Es el precio de ceder derechos? Todavía más, en el video-blog de los Aguilar, cuando se le pregunta a Ángela sobre la historia de la canción, la respuesta sorprendería a los defensores de Caridad y Jessica: «La escribió José Luis Roma con unos amigos, y pues como es muy amigo de mi papá le dijo ‘esta canción es para ti, te va a encantar, para tu hija’, y pues nos encantó y la grabamos luego luego». La grabación, al menos como está registrada, fue apenas en este 2017 (y estuvo disponible en plataformas digitales a partir del primero de junio). Steeven Sandoval, por su parte, en su canal oficial, donde sólo hay un video con la canción, aclara debidamente el asunto autoral, aun no diga, desafortunadamente, quiénes son los autores.

Cierro con este apunte. Caridad Castañeda, en su página de Facebook, incluye a Roma en la autoría y, en un post, aclara que escribió la letra en 2007; Caridad, ni duda cabe, celebra que sean los Aguilar quienes den a oír su canción. El seis de mayo de 2017, el mismo día en que el arriba señalado primer video de los Aguilar cantando el tema se publicara en YouTube, Caridad escribe, después de festejar la interpretación de los Aguilar, que el tema «es para todos ustedes que la han seguido e interpretado, que la han dedicado y disfrutado en diferentes versiones y en otros países.» Me imagino que se podrá incluir, por qué no, en ello a la versión de Steeven Sandoval.~

Más vale un mal conocido que porcentajes por conocer

No parece del todo lógica la comparación de porcentajes de opinión e intención de voto entre los candidatos de MORENA: sólo si se conocía al candidato se indagó al respecto y después, con fórmulas, se procedió a la comparación. Ésta sería más natural, y lógica, si sólo se comparara, sin fórmulas de por medio, a aquellos candidatos que el encuestado conoce por igual, es decir, conozco a los tres, por ejemplo, y de esos tres votaría por fulanito. Sencillo y directo; fin de la historia.

Con la metodología del estudio, según la fórmula

indicador de voto=%Conoce * %sí

se podría tener un caso donde de dos candidatos uno sea conocido por el 99 % y otro sólo por el 10 %, y de votar, el más conocido tenga un ‘sí’ de 10 % y el menos conocido un ‘sí’ de 99 % Ambos tendrían, según la fórmula, igual intención de voto, ¿por cuál se decidiría Ud.?

En la ratonera ha caído un ratón

Hoy toma posesión como presidente de EEUU el señor Trump. Estos días ha sonado en casa una canción en particular: “El ratón vaquero” de Crí-Crí; a mi hija le encantó. A mí también me gusta la canción (sobre todo en esta reciente versión con el tenor Javier Camarena).

De Crí-Crí se ha dicho que sus letras eran algo más que coplas infantiles, incluso, de algunas en particular, que eran juegos (¿albures?) de doble sentido. “El ratón vaquero” bien puede ser un ejemplo de estos supuestos trasfondos de la obra de Crí-Crí.

El gringo ratón, en sus propias palabras, es un manly cowboy; en su actitud, ladino y pendenciero. ¿No es el mentado Trump un ratón de estos? Crí-Crí no suelta al ratón: aunque le hable en chino no lo dejará salir. ¿A qué le tiras cuando sueñas, Crí-Crí? A que en la ratonera caigan gringos de estos.

vaquero

Mujeres a los cuarenta*

A los cuarenta
aprenden a cerrar despacio
las puertas de los cuartos a los que
no han de regresar.

En el descanso de un rellano
sienten
bajo sus pies moverse cual cubierta
aunque sea ténue el oleaje.

Y en el fondo de los espejos
redescubren
la cara de la niña que se prueba
el labial de la madre en secreto

Y la cara de aquella madre,
tibia con el misterio del cosmético.
Son ya ellas mismas más madres que hijas.
Algo las llena, algo

que es como el sonido del ocaso
y los grillos, inmenso,
llenando bosques al pie de laderas
detrás de sus hipotecadas casas.

DONALD JUSTICE
*versión MAAG, la original versa sobre hombres: Men at Forty

Ideas peregrinas para el transporte de la ciudad de México

En lo que se decide modernizar al transporte público de la ciudad de México, y de cara a las últimas situaciones de contingencia ambiental, yo habilitaría un transporte emergente: el ejército, la armada de México, de chafirete. Así, con marcial orden, los autobuses cubrirían las rutas principales, es decir, las zonas con mayor conflicto. Al mismo tiempo prohibiría, por no decir sacar de circulación, a toda unidad con niveles de contaminación no tolerables. Al fin y al cabo se está frente a una emergencia (cf. el temblor del 85)

Eso por el lado público, del privado no tomaría mayor medida que la de incrementar el precio del estacionamiento en zonas, otra vez, de mayor conflicto. Algunas calles, incluso, las cerraría al tráfico de particulares, con miras a un reordenamiento de circulación: menos acceso al transporte privado y mayor al público. Los taxis no serían la excepción y seguirían los lineamientos del auto privado. El programa Hoy No Circula funcionaría como siempre (es decir, sin funcionar realmente) y no distrairía la atención del problema principal: las faltas de opciones del transporte público.

De vuelta a lo público, intentaría por todos los medios hacer más eficiente al transporte público. La medida del ejército se justificaría, lo dicho, como una situación de emergencia en lo que se reglamenta y reordena al sistema actual de concesiones. Tanto las rutas como las unidades se someterían a un proceso que, a su vez, tenga como eje un plan maestro de transporte urbano. No todas las rutas son iguales y no todas las unidades tienen que ser de un solo tipo. El plan de emergencia bien podría iniciar esa diferenciación: aquí este tipo de transporte con este número de paradas; allá este otro tipo de transporte con ese otro esquema de paradas. El precio, dicho sea, se procuraría “único”: abonos para uso en todas las redes y tarifas más o menos homologadas entre los distintos tipos de transporte (metro, bus, metrobus, tranvía, etc.). El objetivo es que la(s) opción(es) final(es) de transporte sea(n) la(s) que se acomode(n) mejor a las zonas de salidad y destino, sin menoscabo de la comodidad del usuario durante todo el trayecto y, también, de la calidad de tránsito del resto de los habitantes de la ciudad.

[continuará]